Ahora que el tiempo pasa
tan despacio pero a la vez tan deprisa en una ciudad en la que jamás
tienes la sensación de que los minutos se detengan y donde permanece
todo igual día tras día. Vives inmerso en ella hasta que en un
instante, sin saber muy bien como, aparece ante ti esa atemporalidad
que tanto te gusta. Ayer leía el mito de Cronos y la importancia que
tiene para todos nosotros. No nos paramos, o al menos no lo
suficiente, ante esta sensación de atemporalidad, de vivir fuera del
tiempo, fuera del ritmo de la sociedad y dentro del tiempo de la
vida. No dedicamos el tiempo que deberíamos a observar lo sublime,
lo bello, el instante.... a tomar aire e hinchar nuestros pulmones,
sentir ese aire al entrar y al dejarlo escapar. Escuchar la vida que
pasa por delante nuestra oculta tras el ruido de los coches, los
trenes, los aviones. Mirarla de frente a través de nuestros ojos, de
nuestra percepción y ser capaces de disfrutar de ello. El estrés,
la depresión y otro tipo de enfermedad son cosa de la
contemporaneidad en la que vivimos, en el tipo de sociedad que nos
envuelve con todo tipo de tareas y que no nos deja tiempo ni si
quiera para saber que respiramos. Es difícil escapar porque en tu
mente estará pensando en las mil cosas que “tienes” que hacer.
Pero si nos paramos y nos preguntamos ¿que son esas cosas que tengo
que hacer? ¿las he elegido yo? ¿realmente son tan importantes como
para que ocupen tanto en mi vida? La respuesta, o al menos la mía,
es que no.
Llevo días viendo, en diferentes medios esta idea,
plasmada tanto en papel como en vídeo, la idea de la creación de
necesidades, la creación de preocupaciones... Y es un tanto
inquietante. Ahora lo entiendo mejor que cuando vivía en mi pequeña
ciudad. Ahora que tengo mil opciones para elegir, tantas que es
abrumador. Tantas opciones no te dejan tiempo porque tienes que estar
pensando en cual de todas ellas elegir y a veces, como me ocurre a
mi, prefieres quedarte en casa, mientras que en tu pequeña ciudad
sales una y otra vez, puede que a los sitios de siempre, que todo
siga igual, que no necesites transportes para desplazarte pero en
ella eres capaz de pensar con más claridad, de sentir el aire, la
humedad, el olor de la vida.... y no necesitas más.
Un regreso un tanto agridulce.
Tania Ferre.
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