martes, 12 de abril de 2011

La Catedral del Mar

Un pasaje de los últimos capitulos de esta maravillosa novela:

Arnau acudió a la llamada. ¿Qué sucedía? ¿Dónde estaba? ¿De verdad se trataba de Mar? Encontró la respuesta a coger sus manos, en la sonrisa que se abría a él, en el cálido beso que recibió en los labios.
Después, Mar se abrazó a Arnau con fuerza y el mundo volvió a la realidad. "Abrázame", oyó que le pedía. Arnau rodeó la espalda de la muchacha y apretó su cuerpo contra el de la joven. La oyó llorar. Sintió los espamos de su pecho contra el suyo y le acarició la cabeza meciéndola con suavidad. ¿Cuántos años habían tenido que transcurrir para disfrutar de aquel momento? ¿Cuántos errores había llegado a cometer?
Arnau separó la cabeza de Mar de su hombro y la obligó a mirarlo a los ojos.
-Lo siento- empezó a decirle-, siento haberte entregado...
- Calla- lo interrumpió ella-. No existe el pasado. No hay nada que perdonar. Empecemos a vivir hoy. Mira- le dijo separándose y cogiéndole de una mano-, el mar. El mar no sabe nada del pasado. Ahí está. Nunca nos pedirá explicaciones. Las estrellas, la luna, ahí están y siguen iluminándonos, brillan para nosotros. ¿Qué les importa a ellas lo que haya podido suceder? Nos acompañan y son felices por ello; ¿las ves brillar? Titilan en el cielo; ¿lo harían si les importara? ¿Acaso no se levantaría una tempestad si Dios quisiera castigarnos? Estamos solos, tú y yo, sin pasado, sin recuerdos, sin culpas, sin nada que pueda interponerse en nuestro...amor.

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