
lunes, 24 de octubre de 2011
Imagen de tu huella

domingo, 2 de octubre de 2011
Mi pensamiento
Estoy aquí sentada en mi comedor sola a la luz de una vela casi consumida y de fondo música clásica. De pronto he recordado algo que leí el otro día concretamente una entrevista a un Doctor en Medicina y Neurociencias, Francisco Mora, en una de las preguntas hablaba de Dios
¿Qué pasa en nuestro cerebro para que se siga aferrando a creencias esotéricas, mágicas o religiosas?
… Existe un rincón en nuestro cerebro, el cerebro emocional, que se pregunta qué sentido tiene ese morir y ese nacer sin otra dimensión que la puramente física. Esa pregunta está en nuestro cerebro. Ese dios universal del que hoy hablamos tiene solamente cuatro o cinco mil años. Antes éramos todos politeístas. Dentro de nosotros tenemos un algo que, en nuestra soledad, nos impulsa a esa pregunta que una pregunta del corazón del ser humano “¿Esto qué es? “
¿Surge esa pregunta del miedo?
No tanto del miedo como del preguntarnos acerca del orden, como hacía Einstein y tantos otros. Nuestro cerebro consciente y nuestro conocimiento de las leyes nos hacen darnos cuenta de que, como seres humanos y conscientes, no podemos contestar a estas cuestiones; que estamos limitados. Pero ese límite no impide que haya algo emocional que te lleve a hacer esa pregunta. Cuando eso se instrumentaliza, cuando se institucionaliza, es cuando empiezan los problemas. Cuando alguien te dice yo tengo la respuesta, siempre está el poder detrás. George Steiner dice que todas las culturas son mortales, todas las religiones también. Estamos entrando en una era de posreligión. La pregunta es ¿Qué nos espera?
Francisco Mora nos habla de que creamos la religión para protegernos de ese miedo que nos invade la idea de la muerte y por supuesto para explicar todos aquellos fenómenos que pasan a nuestro alrededor. Y lo más importante, a mi parecer, que las religiones o creencias son malas solo cuando se institucionalizan. Cuando se nos “obliga” o “somete” a una idea de religión, una idea que se asienta en nuestra cultura sin apenas darnos cuenta. Sin dejarnos decidir ni pensar en otra forma posible de religión.
Me resulta curioso incluso extraño que yo este escribiendo algo relacionado con Dios y que no sea una crítica religiosa.
Hay datos que corroboran que ya desde la prehistoria han existido ciertos rituales o ciertos cultos religiosos que se han ido transformando pero sin grandes cambios. Ya en los primeros estados empieza a aparecer la religión como fuerza represora o más bien controladora. Recordemos que según al año al que nos traslademos históricamente y al lugar las divinidades cambian. Aunque de normal, como bien dice Francisco Mora, la mayoría de las religiones eran politeístas. Pero poco a poco la cosa fue cambiando y ahora se han convertido prácticamente todas en monoteístas.
¿La razón? La mismas durante miles de años: intentar dar sentido a la vida o a la muerte.
Ahora después de pararme a pensar yo sí que creo en un Dios pero no tiene ningún hijo ni mesías ni nada que se le parezca. Existe desde que el mundo es mundo. Y es que esta fuerza es la que ha creado el mundo o más bien lo ha ido desarrollando, porque como todos sabemos aquí nadie hizo el mundo en seis días y al séptimo descanso.
Alguien me dice a menudo que la religión es algo bonito no por sus dioses sino porque hay algo que nos une a todos y ese algo es la fe.
Pero yo quiero hablar más allá de esa fe. Más allá de las palabras que se han ido transmitiendo durante años y años. No necesitamos saber leer, hablar o escribir para poder percibir a este Dios. Simplemente hace falta usar los sentidos.
Creo que ya sabéis por donde voy. Dios para mi es la naturaleza. ¿Acaso existe algo superior? ¿Acaso podemos encontrar algo más poderoso? Yo creo que no. Hay cosas que por mucha explicaciones científicas que se les den siempre van a ser un misterio ante el ojo humano. La naturaleza tiene el poder de hacernos reír, llorar, sufrir pero sobre todo nos da el mayor de los regalos: la vida.
Yo he llegado a esta conclusión sin nadie que me lo haya inculcado o sin que nadie me lo haya enseñando. Y ahora llega otra de mis preguntas: Esto es una doctrina que se lleva practicando mucho tiempo y yo la acabo de descubrirla, no sabía su nombre ni si quiera tenía idea de que existía ¿Cómo he podido llegar a una conclusión así? ¿Será que como decía Platón nuestras almas son eternas?
No creo que nuestras almas sean eternas, creo que todos en algún momento de nuestra vida llegamos a sacar conclusiones y no sabemos de dónde han salido, ni como han aparecido en nuestro pensamiento. Pero lo vemos muy claro, más claro que cualquier otra cosa.
Y así ha sido como la otra noche sin saber cómo ni por qué vino a mí este gran pensamiento. Ahora si puedo ver claro que existe algo muy superior a nosotros y siempre ha existido. Creo que muchos se han dado cuenta de ello y por eso intentan hacernos creer que no es tan mágico todo lo relacionado con la naturaleza y que todo se resume en un par de formulas matemáticas.
Esta simplemente es mi humilde opinión y mi recién nacido pensamiento. No puedo esperar que todo el mundo piense como yo o lo vea tal y como yo lo veo. Simplemente quería compartir con todos vosotros mi opinión. Quizás dentro de un tiempo esta idea se marchite y aparezca otra más verdadera pero hasta el momento esta es la más verdadera.
(Para aquellos que no lo sepáis, esta idea es una doctrina puramente filosófica y se le llama Panteísmo. Tendré que informarme mejor sobre el Panteísmo antes de clasificar mis ideas con un nombre, cosa que no me gusta hacer pues prefiero que andes solas sin nombre ni collar.)
Tania Ferre.
Imposible
sábado, 1 de octubre de 2011
Melancolía
Alguna vez habéis notado como un libro te llama cuando pasas por el lado de un estante cargado de miles de libros pero solo uno es el que te llama. Pues a mí me suele pasar cada vez que voy a alguna librería o biblioteca. Y esta mañana ha sido el libro “Las obras completas” de Miguel Hernández. En estas obras hay cuatro apartados: Poesía, prosa, teatro y correspondencia. He leído algún que otro poema realmente bello, pero me los reservo para otra entrada. Ahora me he puesto a leer la última parte: Correspondencia. Y en una de las primeras cartas que Miguel escribe, al que llama amigo hermano, Ramón Sijé, le escribe una poema de Cisne Rubén. Es esta poesía la que hoy voy a dejar en mi blog.
Hermano, tú que tienes la luz dime la mía.
Soy como un ciego. Voy sin camino y ando a tientas
voy bajo tempestades y tormentas,
ciego de ensueño y loco de armonía.
Ese es mi mal: Soñar. La poesía:
es la camisa férrea de mil puntos
que se clava en mi alma. Las enfría
dejan caer las gotas de mi melancolía
Así voy, ciego y loco, por este mundo amargo.
A veces me parece que el camino es muy largo
y a veces que es muy corto.
Y en este titubeo de aliento y agonía,
surge lleno de penas lo que apenas soporto,
¿No oyes caer las gotas de mi melancolía?
Poema de Rubén Darío
Titulo: Melancolía