viernes, 8 de julio de 2011

Río Aguas II parte

Y allí íbamos los tres en busca de la aventura del día, una anécdota que quedara en nuestra memoria para siempre y que nos hará reír cada vez que la recordemos.

Nos colgamos nuestras mochilas y emprendimos el camino de regreso a Sorbas. Salimos de aquel maravilloso lugar donde solo podíamos respiraba tranquilidad. Y así fue como encabece la salida del Nacimiento del Río aguas sin mirar atrás. De pronto mis ojos volvieron a ver la aridez tan característica de la rambla de Sorbas y supe desde aquel momento que añoraría demasiado ese día y ese lugar.

Emprendimos a paso lento nuestro regreso pero no sin antes pararnos a fotografiar aquella maravillosa encina solitaria que encontramos en medio de aquel desierto de espartos y retamas.

Las historias y las risas volvieron a tomar el protagonismo en nuestra conversación mientras andábamos por un camino completamente verde paralelo a la rambla. Parecía que el atardecer vistiera aquellos campos con sus mejores ropas porque, al mirar a cualquier lugar de lo que antes había sido una horrible rambla de piedras, solo podíamos ver colores, miles de colores… sería quizas la belleza del atardecer que lo engalanaba todo.

Llegamos al lugar donde el camino se dividía. Dani nos pregunto- ¿Qué camino cogemos? ¿Por el que hemos venido o por el largo y así hacer tiempo?- Mar y yo sin pensarlo dos veces respondimos- Por el largo- Y así fue, cogimos el camino que a Dani le habían recomendado en la caseta de turismo. El principio de aquel camino ya nos era familiar porque por la mañana habíamos tomado ese camino por equivocación y ahora volvíamos a pisar donde ya pisamos.

Yo no lo reconocí hasta que no pasamos debajo de un puente bastante antiguo por el que pasaba la carretera. Cuando pasamos aquel puente el terreno y el paisaje comenzó a cambiar ya no era tan fácil andar por aquella rambla, la arena se convertía por momentos en un barro muy pringoso que al pisar resbalaba y sonaba - Puaf, Puaf- pero lo pasamos entre risas, como no. A Dani aquel paisaje cada vez le gustaba menos y nos adelanto para ver si era el camino correcto. Allí quedamos Mar y yo intentado pasar por aquel inhóspito lugar sin darle mayor importancia y sin pararnos a pensar si podíamos correr peligro o no. Cuando Dani nos dejó allí yo eche delante. Al llegar a una especie de selva llena de esparto salvaje y de cañizos que nos entorpecieron el paso tuvimos que luchar para poder pasar, entre risas y más risas, y esa frase que tanto me recuerda Mar-¡Mar la retama! ¡Cuidado!- Plaf- y la retama acababa en su cara estampada. Salimos de aquel lugar llenas de arañazos y alguna que otra herida. Avanzábamos sin saber nada de Dani, sólo de vez en cuando una lejana voz nos llegaba diciendo – Este es el camino- o una simple una respuestas a nuestras preguntas - ¡Dani! ¿Izquierda o derecha?- Aquel lugar cada vez era más estrecho, mi corazón latía con bastante fuerza, por el simple esfuerzo de combatir contra aquellas malas hierbas. Mar y yo cantábamos, cantábamos todo el rato, - ¿Y quién es él? ¿En qué lugar se enamoró de ti?...- Estábamos perdidos pero ¿Y qué? Estábamos juntos, no nos pasaría nada, o esos eran al menos mis pensamientos.

Después de andar al menos una hora dejando atrás aquel peligroso paisaje entramos en una especie de garganta y Dani sin dudarlo nos hizo parar, avanzar era una locura, para él, para nosotras toda una aventura. El avanzo aun más y nosotras no pudimos hacer otra cosa que quedarnos allí esperando su regreso y buenas noticias. Mientras, sin agua, sin comida apenas y sin ser muy conscientes aun de que estábamos perdidas, tomamos una naranja, la última que me quedaba, recuerdo que iba andando mientras la pelaba y el jugo que desprendía me lavaba mis manos y resbalaba por mis brazos, un liquido sucio después de pasar pos mis manos más sucias aun. Y aquel momento ha quedado grabado en nuestras memorias- Mar, este los tiene aquí- señalándome la garganta, no basto más para echarnos a reír, pobre Dani. Al fin regresó sin aliento casi, bañado en sudor y en su cara se dibujaba una especie de temor mezclado con culpabilidad y nos dijo – Tengo una mala y una buenas noticia ¿Cuál queréis saber primero?- Casi a la vez respondimos – la mala- Y con el corazón en la boca nos dijo - Estamos perdidos, este camino no tiene salida, no sé donde estamos- Si hubieran sido otras su respuesta hubiera sido -¡¿¿¡ ¡ QUE!???? Dios mío ¿Ahora qué? Nos vamos a morir.- Pero nosotras no dijimos eso, no somos esa especie de imbéciles que andan por ahí, simplemente contestamos- No pasa nada, intentemos buscar una solución- Y así fue como decidimos seguir adelante, era una locura el intentar volver sobre nuestros pasos, tardaríamos horas, y apenas nos quedaba una hora de luz

Continuará....

Tania Ferre

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