lunes, 11 de abril de 2011

El inicio de nuestra aventura.

Lo que comenzó siendo un día más de senderismo acabo siendo una gran aventura difícil de olvidar. Ese día teníamos planeado llegar hasta el nacimiento del río aguas y así fue después de más de dos horas bajo un sol ardiente , de haber encontrar en medio de una carretera un bote de crema solar, de despistarnos un poco con el sendero, después de cantar en catalán y que la historia de una canción me erizara la piel y al fin después de un gran paseo conseguimos llegar a ese fantástico lugar, pero la aventura apenas comenzaba. Al girar, el paisaje árido y lleno de matorrales paso a ser un paisaje cargado de vegetación.

Cuanto más nos adentrábamos entre la vegetación mejor podíamos escuchar como corría el agua del riachuelo. Me recordó a una escena de mi peli favorita de la infancia, el rey león, casi al final cuando Rafiquí lleva a simba por un lugar oscuro lleno de vegetación y al final llega a un estanque transparente y se refleja en el, pues al llegar parecía que nuestro guía, Dani, quitara esas matas que quito Rafiqui para mostrarnos un precioso lugar. Era un lugar muy fresco, y eso era de agradecer en un día de tanto calor como ese. Pasamos entre dos enormes piedras de yeso y un pequeño puente por el que pasaba el riachuelo y allí nos sentamos a comer y a filosofar un poco, más bien eso hacían ellos porque yo prefiero escuchar cuando de esos temas se trata.

Después de un descanso y de investigar un poco la zona fuimos a visitar la Eco Aldea de “Los Molinos del Río Aguas”. El sendero que nos llevo hasta esa aldea era igual lleno de vegetación, de pajaritos cantando incluso el sonido del agua nos acompaño todo el camino. Al llegar lo primero que encontramos fue un reloj solar muy original, en el suelo estaban, como si de una rayuela se tratara, los meses del año y dos semicírculo uno con las horas del día empezando por el numero 10 y acabando por el numero 9 (10,11,12,1,2…) y el otro con los minutos, me situé en el mes de Abril y mi sombra marcaba las 4.30 y justo era la hora que marcaba nuestro reloj. Comenzamos a ver casitas blancas cada una era distinta pero todas blancas excepto una que era de madera, la Pita Escuela. Allí reside una comunidad de personas que viven en casas totalmente sostenibles, casi todo extranjeros ya que la fundación que reconstruyó esa aldea es una fundación inglesa. La aldea está situada en los antiguos molinos donde se molía el trigo y han sido reconstruidos y convertidos en viviendas. Pasear por las calles de esa pequeña aldea hacia que nos sintiéramos realmente a gusto, incluso podría decir que era muy relajante el andar entre esas casitas, alejados de los ruidos de la ciudad, rodeados de naturaleza por todos lados, con el sonido del agua, para mí un lugar perfecto para vivir. Incluso encontramos una tiendecita donde vendían libros pero no había nadie. Las puertas de las casas estaban abiertas algo realmente sorprendente ya que aquí cualquiera se deja la puerta de su casa abierta a no ser que quieras que te desvalijen la casa pero allí no tienen ese miedo porque todos se conocen y viven en comunidad, en una verdadera comunidad en la que todo es de todos. Después de estar un rato paseando por allí decidimos volver al lugar donde habíamos comido y descansar un rato antes de retomar la marcha de vuelta a Sorbas. Y así fue,al regresar teníamos dos compañeras mas, una ranita y una tortuga que se quedaron a escucharnos. Y continuaron las frases y las conversaciones filosóficas, esta vez sobre la muerte y la vida, un tema que da para mucho, y dio para mucho… Al fin después de una merienda de mini galletas con chocolate derretido, un bocata y unas cuantas de risas nos pusimos en marcha hacia la que sería la aventura del día....


Continuara...

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